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Exótico lo llaman ahora.

Querido compañero del colegio:

He tardado casi quince años en poder escribirte esta carta.

Quizás ya no te acuerdes de mi. Quizás no recuerdes como me llamabas.

Lo cierto es que yo si.

Te conocí en una época en la que yo quería ser Elia, la chica de la última fila.

Y tu querías que fuera la chica del ojo raro, ojo tuerto o la pirata.

Éramos niños.

Y como siempre pasa, lo nuevo no es siempre aceptado.

Por este motivo me escondí detrás de un flequillo durante demasiados años.

Dejé de hablar, de sentirme segura.

Me convencía una y otra vez que yo no era así. Pero sí, la misma historia se repetía una y otra vez.

De modo que un día dejé de intentarlo para tratar camuflarme y ser una más.

Una más.

Así que, querido compañero del colegio, no te escribo para culparte ni para decirte que fueron unos años dolorosos.

Te escribo para darte las gracias.

Te quiero dar las gracias por mostrarme aquellas personas siempre me han apoyado, mi familia, mi hermano.

Y todas aquellas que han entrado en mi vida para querer quedarse.

Gracias por enseñarme la importancia que tiene un maestro de primaria. Y por querer dedicarme a esa profesión.

Gracias por descubrirme que la vida pasa más rápido de lo que pensamos.

Que he pasado demasiado tiempo ocultándome y no puedo desperdiciar de esta manera ni un segundo más.

Gracias por demostrarme que si se puede.

Por que sin tus palabras quizás nunca hubiera sido la Elia que hoy muchos conocen.

Quizás me hubiera creído normal, una más.

Lo cierto es que durante mucho tiempo pensé que ellos eran normales, y yo no.

Hasta que me di cuenta que no existen personas iguales, que interiormente todos tenemos nuestro pequeño huracán dentro. Que no estoy sola.

Simplemente, a mi no hacía falta preguntarme que me pasaba. Se veía.

Por ello queridas personas, si algún día leéis esto, quereos, porque nadie os va a querer como os podéis llegar a querer vosotros mismos.

No soy la más indicada para hablar de autoayuda, autoconfianza y demás palabras que incluyan a uno mismo.

Yo aún también sigo teniendo mis pequeños momentos de desconfianza. De querer volver a la Elia de la última fila.

Simplemente os quiero decir que cada pequeño pasito es todo un reto, y que el último nadie puede puede hacerlo por vosotros. Así que cuando estéis preparados, lanzaros.

Porque os podrán decir frases bonitas y conversaciones que os motiven, pero nunca serán del todo eficaces, no serán vuestras.

Porque siempre habrá alguien que te pregunte, que quiera hacer la broma fácil.

Que no sea consciente de sus palabras o que el morbo le llame la curiosidad.

Por lo tanto, querido compañero del colegio, te escribo esta carta para darte las gracias por querer hacerme sentir diferente.

Porque lo soy.

Y eso, por fin, me encanta.

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